En el telar de la vida, que muchos
dicen esta compuesto por coincidencias y otros prefieren llamar destino, se
tejen conocimientos, mentalidades, valores, morales, etc, todo lo que conforma
a un individuo y nos hace sentir perteneciente a algo, algo que puede ir desde
ser un habitante de un universo, hasta un habitante de una sociedad, de una
familia, un habitante universal. Esto nos hace pensar en cuantos telares
estamos presentes o que tan grande puede llegar a ser este telar, el cual nos
proporciona papeles que cumplir en esta fabulosa obra que llamamos “vida”,
tenemos diversas posiciones y roles que necesitamos cumplir para que la obra de
frutos, para que nuestros directores se sientan orgullosos de su obra, para que
todo funcione perfectamente.
Nuestros papeles son escogidos por
estos tipos de directores universales o sociales, independiente de quien sea el
director, existirá una secuencia cíclica de directores que podríamos establecer
tal vez como infinita. Nosotros tomamos conocimiento de lo que nos tocara
actuar, sabemos que debemos cumplirlo y que luego nos sentiremos bien por haber
hecho nuestro papel como se esperaba, como los demás nos recomendaron y como
los demás nos ordenaron.
Como seres pensantes, nosotros podemos
tomar decisiones que se acomoden a lo que consideramos bueno o malo, muchas
veces esto coincide con lo que nuestros supremos directores dicen y en casos
excepcionales existen actores que desean cumplir sus papeles de distinta forma,
lo cual puede no gustarle a los directores o pude parecerle una buena forma de
“originalidad”. Existen veces más extremas, que son cuando los actores quieren
dejar de actuar en su obra, lo cual si afecta de gran manera a sus superiores,
haciéndolos caer en intentos de sobrecontrol, así, estos directores tratan de
reinsertar a los actores disfuncionales nuevamente a su obra. Si esto se llega
a conseguir, es favorable para todos, menos para una mente reprimida, si las
intenciones del director no evitaron que el actor se fuera de la obra, ese
actor deja de ser actor, pasa a ser solo un ser que se desligo de su papel, un
ser disfuncional, un ser que a pesar de tener sus propias creencias y haber
empezado a tejer su propio telar, no pertenece más a la obra común.
Este ser, que por libre decisión
escogió no continuar en la obra, comenzó a crear su propia obra, la cual
necesita de nuevos actores y contendrá nuevos papeles, de entre los cuales
existirá más de alguna divergencia entre un nuevo actor y su papel. Todo lo
anterior mencionado se transforma en un ciclo nuevamente y no salimos del hecho
de que nuestras decisiones que consideramos libres, se introducen en marcos que
detienen la libertad de otros e inclusive la propia del nuevo director.
Entonces sale a flote la pregunta que
no nos permite convencernos de si tenemos libertad real de decisiones dentro de
estas obras en las cuales estamos insertos, dentro de los sistemas, dentro de
las sociedades a las cuales pertenecemos, dentro de los valores y morales a las
cuales nos aferramos y dentro de los papeles que debemos cumplir.
Pues entonces, para responder a esta
interrogante, primero debemos echar un vistazo hacia lo que no conocemos y
darnos cuenta del por qué. ¿Por qué no creemos en ciertas cosas y en otra si?
Nuestro entorno se ha encargado de forjar en nosotros cierta burbuja, que
muchas veces no nos permite “ver más allá de lo que vemos”, comenzamos a
transitar en la vida de manera superflua, vana, solo vemos lo que nos dicen que
veamos, lo bueno y lo malo que es mejor para la mayoría de los que se han
quedado encerrados en la burbuja, poco a poco vamos tratando de desinflar esa
burbuja que nos contiene en un mundo higiénico, en un mundo iluso, en un mundo
sin verdades, solo suposiciones, comenzamos entonces a buscar vuelo, comenzamos
a buscar luz, a buscar verdad, nuestro limite.., el infinito.
Estando fuera de la burbuja, de la
caja, nos damos cuenta de tantas cosas, creemos cosas distintas, que tal vez
nunca llegamos a creer que pasarían por nuestras mentes.
El hecho de liberarse de este encierro
fue un acto de libertad, fue un acto de romper algún destino preescrito y
comenzar a escribir otro.
Las complicaciones que se presentaran
luego de haberte liberado, carecerán de suavidad, carecerán de tranquilidad, comenzara
la duda y la incertidumbre, sentirás el desprecio y el exilio que los aun
encerrados mostraran hacia ti, tal vez muchos intenten hundirte reprimiéndote y
ante eso solo te quedara tu voluntad de continuar, ateniéndote a las
consecuencias que tu acto de libertad causarán.
En resumen y conclusión, nuestro
destino nos fija cierto marco, dentro del cual podemos simular ser libres o del
cual nos podemos liberar para ser realmente libres. Lo primero abarcaría
pequeñísimos contextos en los cuales nuestra verdadera opinión actúe, pues esta
estaría encerrada y seria la opinión de un conjunto, en ves de una particular.
Lo segundo abarca verdaderas oportunidades en las que podemos hacer que nuestra
opinión actúe, situaciones en las que no muchos concordaran con tus puntos de
vista, por el hecho de haberte salido de ciertos márgenes, pero será algo real,
no robótico, ni impuesto por un cerebro que maquina los pensamientos de un
conjunto, traerá consecuencias con las cuales te intenten reintegrar a la
colectividad, intentando así quitar libertad.
Y henos aquí, donde existe otro momento
de elección libre, el de permanecer bajo la cara de cientos, maquinando ideas
en conjunto, respondiendo a una frecuencia en común o levantarse sobre sus
propios hombros, alcanzar más de lo que se cree, respondiendo a sus propios
valores, sin imposición de alguien o algo, libres de pensar y crear nuevos
telares, nuevas obras, nuevos mundos, nuevos universos e incluso de salirnos de
ellos, siempre y cuando te enfrentes asumiendo tu “destino creado”.